martes, 27 de octubre de 2015

Especial para Horizontes...
Sayula Siglo XVII, administración, burocracia y clero
Reportaje de Investigación de Rodrigo Sánchez Sosa

La conquista militar de lo que se llamó la Nueva España duró todo el siglo XVI y parte del siglo XVII; Sayula, fundada a principios del siglo XVI formó parte de las ciudades construidas por los españoles, por sus especiales características dentro del contexto de conquista, para cubrir necesidades de orden político. Ya que existieron pueblos o ciudades fundadas en el mismo periodo pero con propósitos distintos, como por ejemplo, las misiones, dedicadas a la conversión de los indígenas a la fe cristiana; ciudades o pueblos fundados para administrar la riqueza minera de una región; ciudades relacionadas estrechamente con la producción agrícola; ciudades militares o presidios, para mantener sometidos a los indígenas; y ciudades fundadas en cruces de caminos estratégicos para el comercio y las comunicaciones.
La capital de la Provincia de Ávalos tenía un fin político en esta región de la Nueva Galicia, había de compensar la poderosa figura de Alonso de Ávalos el encomendero primo de Hernán Cortés. Cuya influencia y habilidad política le había agenciado la devolución de sus tierras luego de que la corona se las quitó, seguramente por decisión de la casa de Contrataciones de Sevilla, que administraba los asuntos de la Nueva España en nombre de rey; pero que en 1524 fue substituida por el Real y Supremo Consejo de Indias, que hubo de tomar la decisión de devolver la mitad de la provincia de Ávalos a Alonso "el Viejo", lo cual nos habla de poder que éste encomendero ostentaba políticamente en la metrópoli.

Un encomendero con tal poder político debía ser vigilado de cerca, el rey Carlos I luchó políticamente contra las ideas liberales que incluían la posesión privada de la tierra y que eran una tentación para los encomenderos que por derecho de conquista administraban las tierras de la corona. Sayula al ser capital de la Provincia de Ávalos (recordemos que la Provincia de Ávalos abarcaba no solo la parte de Alonso de Ávalos al sur, sino el norte de la misma en manos de la corona que nombró a un corregidor) fue requerida por la burocracia de la corona, la cual debió abarrotar los edificios públicos de Sayula colonial creado una demanda inmobiliaria para su estancia y la de sus familias. Continuamente auditado, incluso demandado por los indios de la encomienda, Alonso "el viejo", mantenía una continua confrontación política con la real audiencia de la Nueva Galicia, como documentos de la época constatan.
Los burócratas que visitaron o vivieron en el Sayula colonial del los siglos XVI y principios del XVII, eran letrados, cultos, a diferencia de los vulgares conquistadores, y la belleza arquitectónica de Sayula, se debe a estos burócratas de la corona, así como la fama de ciudad culta y señorial de que gozo en la colonia la capital de la Provincia de Ávalos. Esto se encargaban, como subordinados a la Real audiencia, desde 1535 supervisada por el Virrey; de funciones civiles y judiciales. Funciones ejecutivas, cuidaban de que no se cometieran abusos en las comunidades indígenas, conservaban las ciudades y realizaban obras públicas. Los gobernadores de la provincia, como Alonso "el viejo", eran encargados de los asuntos políticos y administrativos del territorio.
Lo que se puede entender si en ese orden lo comparamos con nuestra forma de organización política actualmente: la burocracia federal, que para el caso sería el virrey y las reales audiencias, representantes del rey; la burocracia estatal, alcaldes mayores y corregidores; finalmente los gobernadores de la provincia, que eran como los presidentes municipales, y que contaban con cabildos o ayuntamientos, no en la forma que los conocemos hoy, nadie votaba por ellos excepto en las comunidades indígenas, eran nombrados por el poder central; administraban las finanzas locales, distribuían solares y organizaban milicias, para defender la ciudad. El caso de Sayula, no era el caso, durante la colonia, de ninguna ciudad vecina, política, cultural y económicamente hablando. Durante el siglo XVI y XVII, tuvo un papel preponderante en la conquista. Los documentos consultados hablan de que en Sayula, el clero regular fue expulsado de la ciudad y el convento franciscano así como el templo de la tercera orden en el poniente, y el hospital de indios en el centro de la ciudad, construidos a en la segunda mitad del siglo XVI, fueron abandonados por la orden franciscana a mediados del siglo XVII, seguramente por confrontaciones con el clero secular.
La iglesia formaba parte de la administración de la corona, y administraba no solo la religión sino también la educación, las instituciones de beneficencia y los registros de nacimientos, casamientos y defunciones (hasta 1856 que se instituyó le registro civil). Las ordenes religiosas o clero regular, Franciscanos, dominicos, agustinos, mercedarios, carmelitas y jesuitas, imperaron en el siglo XVI en la Nueva España, pero en el siglo XVII, esto cambió. Los reyes de España en 1501, Fernando e Isabel, consiguieron el patronato de todas las iglesias en España y su territorios, por bula expedida por Alejandro XI, obteniendo la corona española el derecho de señalar límites de las diócesis; nombrar Obispos y arzobispos; Fijar lugares donde debían ubicarse iglesias, monasterios y hospitales.
Con ello enfrentaron los interese del clero regular a un clero creado por ellos mismos, el secular, es decir los sacerdotes. Así se regulaba el poder de la iglesia y el estado. Pero, muchas órdenes religiosas no se sometieron a la imposición del clero secular, y protestaron, confrontando incluso a éste; el caso en Sayula, pudo ser la llegada del clero secular a la región, con toda la burocracia colonial en el siglo XVII, motívate de que por 30 años, según documentos consultados, los franciscanos se fueran de Sayula, y no volvieran sino a petición de sus habitantes hasta el siglo XVIII, cuando se construyó la actual nave del templo que alberga el santuario de nuestra señora de Guadalupe. En ese lapso de tiempo el clero secular, en parte, burocracia también de la corona, substituyó las funciones del clero regular y administró los edificios abandonados. Pero al parecer no eran muy populares entre los habitantes de Sayula, que pidieron el regreso del clero regular. Restos de esa confrontación, se pueden observar en las relaciones tradicionalmente frías del convento franciscano y la curía en Sayula, así como en la devoción del pueblo de Sayula al culto Guadalupano, y la menor respuesta al culto de la Inmaculada en la parroquia del centro de la ciudad, cuya feligresía comprometida se cuenta entre las clases sociales altas de Sayula, tradicionalmente.
Resquicios lejanos de las costumbres de la burocracia española en la localidad que se identificaba con el clero secular. Mientras el culto a la Virgen de Guadalupe en Sayula, evidentemente mestizo e indígena, se identifica primero con el lugar geográfico relacionado con el culto a Quetzalcóatl, al poniente, y luego con el clero regular que sirvió y protegió a los indígenas y mestizos del abuso español, sin hablar de la virgen de Guadalupe símbolo del mestizaje, no así las clases sociales altas de sayula.
El pueblo entero de Sayula se paraliza cada 12 de diciembre, día de la Virgen de Guadalupe y es una de las fiestas tradicionales más importantes de los últimos 300 años en la localidad y la región, solo comparable con las fiestas josefinas en Zapotlán. Una fiesta mestiza con guerreros y nobles. Las danzas representan a los guerreros, y sus bailes y música son de guerra, la corte de honor de la Virgen de Guadalupe y la mayordomía, representa a los nobles indígenas, que custodian la deidad. Si vamos más atrás en el tiempo, esto mismo sucedía, antes de la llegada de los frailes, en el centro ceremonial santa Inés, pero el peregrinaje debió ser de mucho más lejos, de la parte norte de la laguna de Sayula, y toda la región del vaso lacustre. El sonar de los tambores de guerra y el sonido del golpeteo de la danza en el piso, es indudablemente la forma en que estos pueblos iban a la guerra y celebraban a sus dioses, recordemos que Quetzalcóatl, era un dios protector de los guerreros. Basta con cerrar los ojos el 12 de diciembre, cuando todas las danzas bailan en el atrio del santuario al mismo tiempo, para ser trasportado al mítico y guerrero Tzaulán, sentir cómo en el pecho se reconoce la cadencia y el ritmo ancestral de nuestros antepasados. Mientras en la parroquia de la Inmaculada concepción, una virgen blanca, española, recibe el recato devocional de la tradición española, más medieval, sin con danzas indígenas, pero que parecen fuera de contexto, sin la euforia del 12 de diciembre, sino más bien en una sobriedad melancólica de añoranza, que no identifica a la totalidad de los habitantes del Sayula moderno, que sienten sus raíces más en el santuario del poniente, que pose un atractivo místico, que en la parroquia de fachada greco latina de un neoclásico tardío, rodeada de todo el simbolismo español del centro de Sayula. Tensión esta, llegada a nuestros días de nuestro profundo pasado dual. Es interesante notar hoy, en ambos templos el santuario y la parroquia de Sayula, los vestigios del Sayula del Siglo XVI, mientras la iconografía en la primera tiende más al sincretismo, en el segundo la prevalencia del culto cristiano medieval es patente: Cristos sangrantes, vírgenes con puñales en el pecho, el culto al santísimo, reliquias y referencias al poder secular en frescos gigantescos. Incluso en uno de sus muros, el norte de la parroquia, aparece en bajo relieve el encomendero Alonso de Ávalos con su uniforme de soldado de la corona mirando al norte, sobre la puerta norte al lado de la capilla del santísimo, justo bajo el viejo campanario. Lo mismo en el templo de san Roque, en una pequeña escultura, sobre la puerta principal a mano derecha, está cincelado para la posteridad Alonso "el viejo". Mientras en el santuario guardan celosamente el secreto del misticismo de ese lugar, que en la época prehispánica fue sitio de culto a Quetzalcóatl, si seguimos la lógica, tendríamos que decir que no fue coincidencia la edificación del templo de la tercera orden en ese lugar, allí pudo haber existido un centro ceremonial indígena a la llegada de los españoles. A pesar de que el tiempo ha pasado, en el inconsciente colectivo de la gente en Sayula, el fraile, sigue teniendo un lugar especial que le ha disputado los últimos 3 siglos el clero secular, con mediano éxito, ganado por el crecimiento de la ciudad, y las capillas en sus barrios y la delegación de Usmajac, antes hacienda de Amatitlán, propiedad de Don Alonso de Ávalos hasta su muerte; administradas por la curía local y la diócesis. La organización política del Sayula colonial en el que la iglesia formó parte importante, determinó la imagen física de la ciudad así como y la idiosincrasia de sus habitantes hasta hoy. La Sayula del siglo XVI entraba así al siglo XVII, el llamado siglo de oro español, con una tención dialéctica entre la fe y la razón, lo peninsular y lo indígena en una creciente población mestiza, que enfrentaría éste siglo influenciada por el apogeo de las ciencias y las artes en España, y por otro lado con una corona en crisis política y económica que se financiaba con el oro del nuevo mundo sus deudas y excesos de corrupción y negligencia.